Esta mañana la comunidad del Instituto Nacional del Cáncer vivió un momento muy especial al despedir con una ceremonia cargada de historia los 58 años de trabajo del Dr. Juan Arraztoa Elustondo en el sistema público, en los que estuvo dedicado especialmente a la oncología.

La Directora del INC, Dra. Berta Cerda Alvarez, junto a subdirectores, jefes de centros de responsabilidad y unidades, profesionales, técnicos estuvieron presentes junto a estudiantes en sus distintos niveles formativos en esta actividad que destacó la labor del Dr. Arraztoa.

“Nunca imaginé el año 1989, cuando ingresé al Instituto Nacional del Cáncer, como becada de Oncología Médica, donde permanecería dos años, que sería yo desde el mismo cargo, quién despediría al Director del momento, me refiero al Dr. Juan Arraztoa Elustondo, quién hoy se acoge a retiro después de 58 años en la institución”, dijo la Directora.

Agregó que: “hoy despedimos a un médico destacado, sin duda nuestro médico más reconocido. Su trabajo y entrega se lo agradeceremos siempre sus discípulos, los pacientes y la institución entera. Sin duda su vida y obra seguirán inspirando a futuras generaciones de médicos a optar por la oncología como subespecialidad”, expresó la Dra. Cerda.

Maestro de la cirugía

La labor de este hospital es amplia y compleja en su condición de Instituto Nacional, correspondiéndole no sólo la tarea de hacerse cargo de los devastadores efectos de la enfermedad oncológica, sino además comprometerse en su investigación y en la formación de recursos humanos especializados, que permitan al Ministerio de Salud cumplir a cabalidad su misión.

En este escenario, el Dr. Juan Arraztoa Elustondo expresó en sus palabras de agradecimiento que: “el cáncer tiene mucho camino por recorrer en cuanto a investigación; y cuando se descubra por qué mutan las células se le podrá hacer frente sobre todo en beneficio de quienes lo padecen y sus familias con quienes se comparte este terremoto emocional y social”.

Añadió que es imprescindible “un nuevo hospital del cáncer, se lo merecen los enfermos y este país que tanto ha avanzado en algunas materias y que con esfuerzo le hace frente a tantas otras más”.

Semblanza

En sus palabras, el Jefe del CR de Docencia, Dr. Ricardo Lillo dijo: “El Profesor Arraztoa, Maestro de la Cirugía desde el año 2004 y de la Mastología Chilena desde el año 2007, es un hombre que hizo realidad su sueño como tendiendo una cuerda de orilla a orilla para cruzar el río de la vida. Desde su juventud delineó su futuro en la Medicina y la Cirugía.

Nosotros hoy día, después de muchas vicisitudes, somos el fruto de esa sabia decisión de quién, luego de ser director del Instituto Nacional del Cáncer, se dedicara a culminar el desarrollo del Centro de Docencia, el cual ha sido el crisol de la formación de muchos médicos, de distintas especialidades y sub especialidades, así como de profesionales y técnicos, cuyo quehacer se enfoca en la investigación, prevención, tratamiento y mitigación del sufrimiento que causa esta enfermedad, así como a la formación ética de quienes han decidido dedicar su vida profesional a esta hermosa labor”.

A través de dos testimonios se exhibió un material audiovisual donde se quiso interpretar la gratitud y el cariño de sus discípulos; en palabras de una residente en formación y en homenaje de quien fuera el primero que recibiera la virtud de su maestría: Dra. Pamela Pedrero de INC y Dr. Augusto León, jefe de oncología de la PUC.

Adicionalmente se le entregó al festejado un libro “como testimonio y homenaje a un gran ser humano, que supo construir su vida personal, familiar, profesional y espiritual, con decisiones y trabajo que se destacaron por su consecuencia e integridad”, dijo el Dr. Lillo.

Un gran ejemplo

A nombre del Centro de Responsabilidad de Docencia y representando el sentimiento de quienes comparten diariamente con el Dr. Arraztoa entregó un mensaje la jefa de Docencia no Médica, EU Alejandra Cura: “Nosotros, que somos su equipo de trabajo, queremos referirnos no a sus enormes logros profesionales, sino a sus aspectos más humanos. En estos años que llevamos trabajando, hemos conocido y querido al gran ser humano y eso queremos destacar en esta ocasión.

Para todos nosotros ha sido una gran experiencia trabajar juntos, porque además, de potenciar nuestro desarrollo profesional, nos ha dado un excelente ejemplo de templanza y perseverancia, en el logro de los objetivos, sin ostentación, trabajando en silencio, pero en forma sólida con logros importantes que son demostrables y que constituyen un beneficio enorme para la oncología nacional y también para el Instituto. Nos enorgullecemos de que nos haya hecho participes de esto.

Usted es, en toda la extensión de la palabra, un gran hombre y un gran profesional. Sus enseñanzas acompañan, hasta el día de hoy, a generaciones de Médicos que han aprendido principalmente a amar la Oncología y atender a sus pacientes con sólidos conocimientos disciplinares, pero también respetándolos como seres humanos integrales.

A nosotros, nos enseñó a amar la Docencia, a trabajar incansablemente para conseguir lo que nos proponemos, a ser personas de una sola línea, personas cabales, rectas y sólidas. Enfrentar las dificultades y peripecias que van apareciendo en el camino, con la convicción que se está en el camino correcto, y que solo hay que esperar pacientemente que se allane el camino o “sumergirse hasta que pase la tormenta”. Nuestro sentido de pertenencia al equipo de trabajo, también se lo debemos a usted, con su frase célebre “hay que defender la ínsula”.

Querido Doctor, no queremos decirle adiós, sino hasta siempre. Tenga la certeza que cuenta con todos nosotros en cualquier necesidad y esté seguro de que cuidaremos y conservaremos todo lo que ha construido no solo en el hospital, sino también en nosotros como personas”.

Historia

Chileno, de ascendencia española, formado en la educación cristiana, ha compartido más de 60 años de su vida con Dora Valdivielso Mayo, formando una familia que ha albergado todas las ilusiones y vivencias de ambos.

Materializando su anhelo se forma en Cirugía en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde mismo obtuvo su licenciatura. Inicialmente, trabaja a tiempo parcial como cirujano en el hospital de la Universidad y en lo que hoy es el Servicio Metropolitano Norte como médico domiciliario. Esta labor asistencial le permite conseguir un contrato parcial en el Instituto del Radium, a comienzo de los años 60 y su labor oncológica consistía en instalar Radium en el cuello uterino de las pacientes. Así nace su primer contacto con el Instituto Nacional del Cáncer, al cual retornaría años más tarde con todo su potencial de liderazgo asistencial, directivo y docente.

Impulsado por el Dr. Alberto Lucchini, su mentor en cáncer de mama y por el Dr. Hugo Salvestrini, por esos días Jefe de Cirugía Torácica de la PUC, realiza un período formativo en Cirugía Oncológica en el Melvin Douglas (M.D.) Anderson Hospital and Tumor Institute, dependiente de la Universidad de Texas, en Houston, a mediados de la década del 60, bajo la tutoría del Dr. John Stehling entre otros.

A su regreso en Chile, entre 1967 y 1970, forma el equipo de Cáncer en la Universidad Católica, iniciando su labor en la especialidad con dos camas que le asignaron para atender pacientes con esa patología, siendo pionero en la introducción de la Quimioterapia en Chile. Realiza estudios en diversas áreas oncológicas desde esa época, permitiéndole su extraordinaria capacidad científica y médica para el estudio sistemático y protocolizado, presentar sus resultados en Congresos y Sociedades Científicas e iniciar una carrera clínica y académica que rápidamente lo llevó a ser figura central en jornadas y congresos nacionales e internacionales.

El trabajo de formación y docencia de postgrado con residentes de varias especialidades y subespecialidades se transformó en parte importante de la actividad laboral del Dr. Arraztoa, desempeñándose en la Universidad Católica, la Universidad de los Andes y finalmente en la Universidad del Desarrollo, llegando a completar más de 60 años como profesor universitario. Médicos especialistas de un sin número de generaciones le reconocen como profesor, maestro y amigo.

A comienzos de los 80, reinicia su contacto con nuestro hospital al concursar a la jefatura del Servicio del Instituto del Radium del hospital San José, haciéndose cargo de esta labor, la cual fue coronada con el inicio de la materialización de la idea de hacer un Instituto, en sus propias palabras “un gran hospital de cáncer para el país”.

Agradecimientos

Después de dejar la Dirección, el Dr. Arraztoa creó la Unidad de Docencia, actualmente CR Docencia que dirige desde su creación hasta el día de hoy. En sus 58 años en el INC como médico formador de médicos especialistas en cáncer ha dejado su impronta, entregando no sólo sus conocimientos y experiencia, sino también valores que nos identifican como Institución: compromiso, excelencia, ética, confianza, respeto, lealtad, liderazgo, humanidad, perseverancia.

Ya al cierre, el Dr. Lillo expresó “maestro de maestros, tu mujer, tus hijos, tu familia, tus pacientes, tus colegas y discípulos, nos sentimos orgullosos de haber compartido tu vida, así como este solemne momento que marca un hito en ella y te deseamos el mayor éxito y felicidad en el futuro, ya que conociéndote estoy seguro que usted ya tiene una nueva tarea en mente…”.